Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro. Apenas una fugaz rememoración…
Una curva. Destellos de frente.
Mi suegro gritando: «¡cuidado!»
El coche sin frenos.
Cobijo entre mis brazos a mis tres hijos. Vueltas de campana…
Rezo: «¡vivo o muerto pero no paralítico, por favor…!»
¡¡¡Crassshhh…!!!
A duras penas salimos, incólumes, del vehículo. Todo está desparramado. Se ve la bolsa de los bocadillos reventada. El pan y el jamón ibérico de bellota están sirviendo de comida a unas ávidas hormigas…
Abro los ojos.
El taxista que se ha librado hábilmente de la colisión evita tambien el muro.
Suspiro aliviado.
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