Lástima que no haya billetes para maniquíes…

En las noches desveladas ellos se mueven silenciosamente creando escenas fantásticas, hipnotizando mi voluntad, paralizando mi cuerpo.

Cuando el sueño piadoso cierra mis ojos, los embarco en un viaje sin regreso, hacia un desconocido lugar.

Pero ellos vuelven, porque no tienen billetes que habiliten su viaje e inundan mis espacios, atormentan mis oídos y me susurran amenazas que no alcanzo a descifrar completamente.

Y entonces, intento correr hacia no importa dónde, para nunca más volver, pero mis piernas inertes me traicionan y descubro que soy su prisionera.

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