Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro que el teletransporte no funcionaría. ¡Me da pánico esta agencia de viajes!
Prefiero atravesar tranquilamente una puerta o un túnel que estrellarme contra una pared a toda velocidad, aunque me volatilice unas décimas de segundo antes de sufrir las consecuencias y aparezca a salvo en mi destino.
No soporto ese chute de adrenalina, pero es el precio que tengo que pagar al ser la única que me permite viajar a la Luna y pasear bajo una cúpula transparente mientras contemplo la Tierra.
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