Lástima que no haya billetes para maniquíes, ni para soldaditos de plomo, ni para mis muñecas afables con sonrisas de cartón. Lástima de viaje irrealizable. Yo no embarco sin mis fetiches, porque ellos son todo mi ser embalsamado en paredes de plástico, metal y cartón. Mis cosas son yo. Yo también vivo por mis cosas.
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