Lastima que no haya billetes para maniquíes. Esa ilusión indescriptible, salir de compras y llenarla de regalos, en un grotesco intento de llenar un vacío rancio. La puesta en escena para conseguirlo. Noche sin luna. Barrio poco recomendable, cualquier prostituta. No pensar, actuar. Mucha sangre, partes diseminadas, y campo libre para elegir el más bello de los maniquíes.
Y ahora llego y no hay billete. Rendido, mirando sin ver, algo llama mi atención: “ Una tienda de muñecas hinchables. Por fin algo de suerte “. Cabe perfectamente en la maleta.
Sólo un billete y vamos dos.
MARIA DOLORES CAN
OPINIONES Y COMENTARIOS