Lástima que no haya billetes para maniquíes con rasgos orientales. He tenido que conformarme con la versión estándar de muñeca hinchable europea por eso del espacio y los kilos. Cabello rubio, pechos generosos. Educada hasta cuando le ha dado por gemir muy alto. Muy correcta se ha disculpado mientras yo me abalanzaba para desconectar la batería, los niños soltaban carcajadas y quienes viajaban solos, la miraban deseando su compañía. Sometido el asunto a votación, ha ganado por unanimidad dejarle las pilas. Y cada diez minutos la cambiamos de asiento. Todos quieren estar con ella sin billete de retorno.
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