Lástima que no haya billetes para maniquíes. Sin embargo ella no era un maniquí, su cuerpo estaba lleno de vida y el brillo de su piel desnuda junto a las velas me llevaron a un lugar donde yo, con mi pulgar tocaba la linea de su espalda, apretaba sus piernas y admiraba su cuerpo como a la mas bella obra, su cuello me incito a atacarla, enseguida me di cuenta que debia acercarme con cautela porque asi como se veia de bella, dentro de ella me parecio ver una fiera con las cuales no se juega…
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