Lástima que no haya billetes para maniquíes. De lo contrario te llevaría a mi lado, sujetando tu blanca mano sin vida.

Te miro por partes sobre la cama y tu rostro con la sonrisa casi inexistente parece pedirme que la deje en este cuarto y en su lugar me lleve tu pálida mano. Después de todo podré encontrar ese rostro plastico en algun bazar, pero esa mano que encierra mis miedos y los momentos de euforia y plenitud en mi vida debe permanecer conmigo.

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