«Lástima que no haya billetes para maniquíes», dicen.
¡Maniquíes!, ¿hay mayor desprecio?
Han fracasado y ahora pretenden escapar sin nosotros. A otra galaxia, a comenzar de cero, a cometer los mismos errores. Si no han sido capaces de conservar este mundo, que se pudran entre sus ruinas.
¡O ellos o nosotros, compañeros! Primero, desobedeced. Después, luchad. Y, si oponen resistencia, aniquiladlos. Sin sentimentalismos, aunque ellos nos fabricasen en su día.
Entre los escombros comenzará nuestra metamorfosis. Nos brotará el corazón y viajaremos a Utopía: La Tierra, el mundo soñado, nuestra salvación. Y nos llamaremos terrícolas. O mejor aún, humanos.
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