Lástima que no haya billetes para maniquíes, ¡nunca los gastarían!, así fuéramos nosotros, sería la gran vida.
A dónde ir sin la plata? Con mi valija a cuestas las calles me brindan un grato panorama, alejo mis miedos, retoco el maquillaje, estoy preparada para lo que venga.
Llegando a la recepción la señorita muy seca extiende la mano, sin mirarme recibe mis documentos; es larga la fila de aspirantes, qué curioso, he notado que nos parecemos.
Sustento el examen apenas a tiempo, una firma y está hecho.
Dios que angustia, apenas respiro, por fin leo: felicidades, es suyo en empleo!
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