Lástima que no haya billetes para maniquíes. Se podría fletar un avión con muñecas y sería como vivir de nuevo nuestro propio Bienvenido, Míster Marshall en pleno siglo XXI. Vale que no somos japoneses y quedaría raro, pero seríamos el foco de atención de los telediarios, las feministas y los solteros de todas partes. Cualquiera hablaría de nuestro pueblo perdido en la llamada España vaciada, repoblado de maniquíes que pueden vivir sin Internet y sin dejar de sonreír. Lástima que el aeropuerto más próximo quede tan lejos…
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