«En esta maleta no cabe casi nada», refunfuñó al intentar introducir todos sus neceseres. Estaba histérica, casi al borde del colapso, esa llamada la dejó tan perturbada que no sabía ni que sentir, ni que pensar, ni mucho menos que esperar. Se sentó en el piso, y acurrucada sobre la maldita valija comenzó a llorar; finalmente la angustia se apoderó de cada fibra de su ser. Este viaje, si es que así podemos llamarlo, era su boleto de salida, el último obstáculo que debía atravesar para llegar a su nirvana; anhelo de años, emoción, sentimiento, deseo.

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