En esta maleta no cabe casi nada pero aún así me guarde un espacio para llevarte a vos y que de esa forma hagas este viaje conmigo, aunque a último momento hayas decido quedarte en la ciudad intentando ocultar tu tristeza.
Respirando en las alturas de Chile puedo sentir el olor de tu mejilla, y más arriba, allá en Bolivia, con el calor de la ciudad en pleno invierno, extraño tus piernas despertándome con sus movimientos. Subiendo por las montañas la puedo observar a ella, mi querida Perú, a la que le tendré que explicar que no podrá contemplarte.
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