En esta maleta no cabe casi nada, pensaba Rogelio empacando sus camisas y algo más; bueno, se explicaba a sí mismo… apenas para la estadía tan corta del fin de semana en Villa de Leyva; Seguro Eugenia, se imaginaba, estaría haciendo lo mismo en su propia habitación, allá en la pensión donde vivía, alistando la mochila que traía cada vez que regresaba de visitar a sus padres en el pueblo. Pocas veces la idea de viajar era tan emocionante como ahora, cuando al fin pasarían juntos un par de noches. ¡Claro! el equipaje mayor era el corazón enamorado.

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