En esta maleta no cabe casi nada, pensé. Puse los libros en la de facturación y en una bolsa mochilera la ropa.

Nuestro destino era Angola. Debía coordinar la puesta en marcha de un hospital pequeño en un pueblo de la costa. Me acompañaba el técnico en Radiología Luis para iniciar su funcionamiento y yo, el laboratorio.

En el aeropuerto internacional debía haber alguien de la organización esperándonos para ir a la terminal nacional situada a pocos kilómetros de allí.

Pero fuera no había nadie, tampoco taxis de alguna empresa conocida y los teléfono se encontraban rotos.

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