«En esta maleta no cabe casi nada», piensas. Aunque no te dejaron demasiado para empacar.
Llegaste al hotel renqueando luego del robo, y el conserje se ofreció a sanar tus magulladuras. Con sorpresa, recibiste una pequeña maleta de regalo. «Algo es algo», dijo. Hubo tiempo para los abrazos, y la promesa de una excelente calificación en Tripadvisor.
Sientes subir tu adrenalina cuando observas el escritorio de la habitación. Tomas el cenicero, guardándolo junto a un par de calzoncillos. Te retiras para seguir viaje y experimentas algo cercano a la justicia poética.
Entonces, una voz de alto. Alguien grita tu nombre.
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