En esta maleta no cabe casi nada. Contiene la emoción de una madre cuando supo que yo iría a visitar a su hijo a Metz, Francia; 15 kilos de provisiones buscando que Manuel, recordara las comidas familiares en casa de la abuela.
Yo, mochilera, atravesé innumerables peripecias como la huelga de transporte en Francia, cargando y arrastrando por dos ciudades, dicho equipaje.
El cariño y apoyo que entre mexicanos nunca falta, fue bien recibido por mi amigo, que después de 7 años, volvió a probar las delicias de su tierra que mucho extraña.
Sonreí, me despedí y seguí mi camino.
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