En esta maleta no cabe casi nada. Su corazón no puede pesar tanto, pensó.
—¿No estará estropeada la báscula? —dijo finalmente.
—Ayer mismo la calibraron —le respondieron con desgana tras el mostrador.
Tendría que pagar por el sobrepeso. No podía abrir la maleta en público salvo que quisiera acabar el viaje antes de comenzarlo.
—¿Tarjeta o efectivo?
Un grito entre la gente que esperaba turno lo cambió todo.
—Mira ese charco, mamá. Parece sangre.
Quiso volver a huir. Corrió tanto como le permitió la pesada carga que arrastraba en la maleta. Pero esta vez no llegó a la calle.
OPINIONES Y COMENTARIOS