En esta maleta no cabe casi nada, dijiste, con tu pesimismo acostumbrado y tu manía de llevarme la contraria. También te quejaste del precio y del color.

Pero la maleta era más que un recipiente. Era la ilusión de nuestro viaje a Grecia y los sueños que habíamos metido dentro, incluso antes de comprarla.

Lo recuerdo mientras te escribo esta postal. Atenas me está encantando. Sólo quería que supieras que en la maleta me cabe todo.

Todo menos tú.

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