¡En esta maleta no cabe casi nada!, así la escuche quejarse y era cierto que no cupiese mucho, porque al fin y al cabo no existe maleta por grande que sea, en la que pueda guardarse toda una vida.
En la medida en que avanzábamos, sentíamos cuan lejos se habían quedado: nuestros bienes, los sueños, los apegos y los rostros de quienes no cupieron en el equipaje, era como irse alejando en sentido contrario al deseado, era como ir poniendo una absurda resistencia para que no se rompiece la maleta por el tanto trajinar de la razón sobre el corazón.
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