En esta maleta no cabe casi nada y, sin embargo, qué poco lleva de mi. Ropa sucia, roja. Ropa nueva, rosa. La cierro. En el ambiente aún flota tu risa. Las paredes desnudas me devuelven tu reflejo y, si lo intento con fuerza, tu olor me traspasa. Cuando cierro la puerta al salir consigo que tu llanto, bebé, no me detenga. Pero me engaño. No hay nadie, ni dentro ni fuera, que me espere. Nadie a donde ir. Abriré la maleta al llegar a casa y solo saldrá un sueño roto y aquella otra vida que solo un instante viví.
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