-En esta maleta no cabe casi nada- dijo la mujer que se sentó a mi lado en la sala de espera. Pensé que hablaba conmigo pero no tuve tiempo de saberlo. Una estridente voz femenina anunció mi nombre por los altoparlantes. Tomé mis pertenencias y me dirigí hacia la puerta de embarque donde una azafata de cabellera rizada me pidió mi documentación de viaje. Después de comprobar que mi rostro coincidía con el del pasaporte, me preguntó:
– ¿Ha estado alguna vez en India?
– No – fue mi respuesta. Nunca había estado allí. De aquel lugar no sabía nada.
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