—En esta maleta no cabe casi nada. ¡Maldita sea!— Ella volteó hacia a mi y no supe qué decir, su cara enrojecida, su respiración agitada, todo indicaba que estaba comenzando a caerse a pedazos.
Ella comenzó a llorar, me partía el corazón, aun así guardé silencio, la última sesión de quimio me había dejado somnoliento, este sería un viaje del que podía no regresar, podía no volver a verla, pero, ¿qué se dice en un momento así?, «Todo va a estar bien», «Me recuperaré pronto», «Saldremos adelante», cliché, y en su desesperación ella podría abofetearme, por primera y última vez.
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