―En esta maleta no cabe casi nada. ¿Cómo vas a llevarte los papeles? ¿Y las fotos?
La tía Antonia quiere disimular su alivio con un montón de preguntas.
―Tía, solo necesito llevarme una cosa. La radio. Cuando enfermó, la abuela lo repetía todas las tardes: que se la había traído sin querer. Y llamaba a Pepito.
―El vecino. Jugaban al fondo de la tienda.
―En los años veinte, en La Habana, esos transistores tan pequeños solo los vendían allí. Así podré encontrar la casa. ¿Qué te parece? Tú me das la radio. Yo prometo traerte la muñeca.
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