Tu mirada atónita, de no creer lo sucedido, es que ayer, me diste el beso de buenas noches, si no antes pasar un mal rato, habías salido y yo ni enterado; tomando la decisión de esperarte, pues un poco preocupado porque tu celular me sonaba apagado, mientras eso hacía, me enredaba en una plática iracunda con la luna y ella lejos de calmarme, solo atinaba a escucharme, el sabor añejo de madera que mi paladar degustaba, mientras el asesino de mis nervios y causante de mi rabia, colgaba de la pared, diciendo tic tac, tic tac, tic tac, tic tac,
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