En esta maleta no cabe casi nada. Bueno, en realidad me sobra casi todo. Lo único que me queda de mi pasado son demasiadas cicatrices, golpes, lágrimas, que hicieron surcos en mi piel. Y en realidad,¿para qué?, Como premio una soledad tan incrustada en mi cuerpo que me ahoga como una soga al cuello. Me rebelé y dije «¡Basta!». Con la mochila vacía, ahora comienzo de nuevo. Y lleno mi maleta de ilusiones, de risas, de nuevos amigos y planes. De ganas de vivir. Y en cada viaje la iré llenandola muy lentamente para disfrutar cada instante.
María Dolores Cano
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