DESDE MI CIUDAD
SEVILLA
A la orilla de su río Guadalquivir donde el crepúsculo se refleja en plata al atardecer, hacia el viaje inesperado de su duende.
Sin tregua, guiada por su color monumental, que yacía dormido desde mi infancia.
Al suave tintineo de sus coches de caballos.
Siempre para emocionar, embelesa a amores, personajes y poetas y entre sus torres, su parque y la alcazaba, derramando guirnaldas de flores, de olores y verbos, que ella devuelve, cuál hada silenciosa, delicada y discreta y sin embargo ¡como cala hasta el fondo de los huesos! para sentirse atrapada y desear volver.
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