-¡En esta maleta no cabe casi nada!
– Es que tiene doce… ¡Y voy sola!
En los 90, no se viajaba mucho.
Seis años atrás, habíamos ido a Buenos Aires con su papá.
Ahora y por primera vez, en avión.
Fue el regalo de los abuelos.
Quisieron que viviéramos una experiencia diferente cuando Guillermo egresaba de la escuela.
Nuestro destino era conocido, pero no eso de llegar a la peatonal en apenas un par de horas.
La Kodak delató nuestra emoción y las fotos salieron movidas.
Desde el aire vimos la gran ciudad…Y sentimos frío en los pies.
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