Historia de mi calle…

16 de marzo, como no olvidarlo: toque de queda, prohibiciones, mascarillas, alcohol, protectores de ropa, etc.

Atrapados en casa con quien te agarre viviendo, mi enamorado se quedó en la habitación independiente donde vivía yo, y allí comenzó esta pesadilla. Mi trabajo se hizo remoto igual que el de mi novio. En casa hicimos muchas cosas, nos organizamos para comprar víveres quincenal e hicimos rutinas de entretenimientos. La laptop y el celular se hicieron nuestra mejor compañía, era nuestro contacto con el mundo exterior. 

Pasó lo que en muchos hogares, y con nuestro encierro obligatorio nuestra convivencia nos acercó más al descubrir que tenía ya 3 meses de embarazo, y así en plena pandemia, asustados, dimos vida a un ser humano inocente y puro, que llegó prematuramente en agosto, nació en casa y fue «primitivo» y emocionante su nacimiento, nació en cautiverio, no pudo ver el mundo exterior, fue un niño de la pandemia.

Nuestros padres enfermaron y fallecieron por el virus, y no pudimos despedirnos, el bebé nos daba consuelo y a la vez temíamos el futuro. La depresión hacía presa de mí, mi esposo era más calmado y comenzó a aferrarse al celular haciendo o mirando videos. Ya en diciembre, cercana a la navidad, tuve un ataque de pánico, me faltaba el aire, ambos estábamos mirando tv, yo cargando al bebé, me levanté del sofá, abrí la puerta y sólo corrí despojada de protección, respiré profundo y levanté a mi bebé que también estaba descubierta, mi bebé pudo mirar, abrió sus grandes ojos al ver la luz natural.

• Respira, … este es el mundo al que te trajimos… Perdonamos por darte la vida en un mal momento.

Había gente caminando, las personas se acercaban a ver que sucedía, algunos me tocaron me acariciaron el cabello, tocaron a mi bebé, y yo, decidí quedarme, y que el bebé pudiese conocer el cielo, la luz natural y, a lo que huele la calle.

Regresé y mi esposo seguía viendo la tv.

No dejaba de toser, la fiebre no cedía, nos llevaron al hospital, falleció mi bebe y luego mi esposo. Yo seguía con vida y mientras me ponían respirador, mi último pensamiento fue, mi salida a la calle.