Hace un tiempo… un largo tiempo, que no sé a dónde voy y no me refiero a que yo sea un forastero andante, no… me refiero al aspecto de mi vida. Toda la jodida vida eh vivido aquí, Villahermosa, Tabasco, (que de hermosa no tiene nada) estado de México.
Aún no llego a casa, voy caminando y mis fuerzas flaquean; creo que tengo fiebre siento: dolor de cabeza y escalofríos. El sol esta por ocultarse, y la temperatura parece bajar; me percato que hay un hombre en una esquina parece sospechoso, pues se dice que en este callejón violan, asaltan y roban; sigo mi camino, la presencia de aquel hombre se hace perceptible, viene atras de mí.
Corro con toda la energía que me queda, me oculto en una esquina y tomo un respiro, alguien me toma del brazo.
—¿Por qué corres? —pregunta el hombre.
El miedo me paraliza y volteo lentamente.
—Soy yo, no te asustes.
Me doy cuenta que es Nicolas.
—¿Qué haces aquí? —interroga.
—¡Suéltame imbécil! —lo empujo—, ¡eres un idiota!
—¡¿Qué te pasa?!
—¡¿Qué que me pasa?!, ¡eres poco hombre, cobarde! ¡Confié en ti y tú me…! ¡Fallaste la promesa que teníamos! ¡Imbécil!
—Tranquilízate…. Podemos hablar con calma.
—¡No, esto aquí termina; no hay más para nosotros! —me doy media vuelta para irme.
—¡Espera! —corre hacia mí y me toma de la muñeca—. Yo te… Déjame ayudarte, te ves enferma.
—¡Qué no entiendes que no quiero tu ayuda! ¡Entiende, ya no te necesito! —una vez más me volteo para irme.
—Entiendo… pero, ¡¿cuándo me pensabas decir que tendremos un hijo?!
—¡Nunca! —respondo volviéndome hacia él—, ¡¿de qué me sirve decírtelo?!… ¡no te harás cargo; ¡vete a divertir, yo puedo sola!
—Pero tengo derecho a verlo cuando nazca, a verlo crecer… además…
—¡¿Además qué?! ¡No te quiero escuchar! —me doy la vuelta y apresuro el paso.
Sabíamos que sería en vano que me cuestionara porque terminamos, él sabe lo que hace: anda con otras chicas.
—¡Elena, escúchame!
No me siento bien, paso a la farmacia que está a unas cuadras, compro un analgésico y agua, me lo tomo y me dirijo a casa; ¿El analgésico afectara al bebé?, no lo sé… Lo eh pensado y no quiero quedármelo… mi vida es un desastre. Me aproximo a casa, diviso que: hay bulliceo, entre eso hay dos sujetos peleando y otras personas intentando separarlas, no alcanzó a ver más; me aproximo más ¡son mis hermanos!, ¡deben estar peleando por el puto dinero! Desde hace mucho que siento frustración y hoy todo párese ir peor: me duele la cabeza, mis hermanos están peleando, mi madre esta desmayada mientras los vecinos le dan auxilio, me eh quedado sin trabajo y no sé qué hacer con mi puta vida…. En medio de este estruendo siento que colapsare… me desplomo.
Me despierto, tengo un paño en la frente, lo retiro y me levanto; no hay nadie en casa, salgo afuera a tomar aire, me siento en el porche, escucho el ladrido de los perros, los grillos y una canción:
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Me siento abatida… ¿Qué habrá pasado?, percibo el olor del pan, seguramente la vecina está horneando el pan para vender. Estoy absorta pensando: ¿Qué haré?, ¿mi madre está bien?, ¿debería prestar un teléfono, llamar a mi hermana y preguntarle si mi madre está bien?, supongo que debe estar bien, mi madre es fuerte, todas las madres son fuertes ¿no?… Hace unas semanas un camión arrollo a mi hermano y para ella fue duro, en cambio mis hermanos solo vieron la indemnización y se pelean por el dinero, para el colmo me han despedido, espero un hijo y no quiero darle más problemas a mamá, estoy harta de fingir que soy fuerte, mejor iré a cenar… Hay alguien enfrente de mí, volteo a ver, es mi hermana y a lado uno de mis hermanos.
—¿Estas bien? —pregunta mi hermana—, ¿qué haces afuera?
—Estoy bien —respondo, mirando sus ojos que parecen llorosos—. ¿Cómo está mi madre?
—Tenemos que decirte algo —suspira—, sabes que ella no estaba bien —empieza a sollozar—, ella falleció hace unas horas —prorrumpe en llanto y trata de controlarse.
—¡¿Qué?! ¡Eso no puede ser cier…! —me levanto y miro a mi hermano—, ¡es tu culpa, es tu culpa! —me acerco a él y empiezo a empujarlo. —¡Si no fuera por ti ella estaría viva! —mientras lo empujo empiezo a llorar.
—Elena, cálmate, ¡por favor! —suplica mi hermana y añade: —No es momento de reclamos.
Me dejo caer al suelo y lloriqueo, mi hermana trata de levantarme, no puede y solo me abraza. Saben, a veces me pregunto: ¿Por qué la vida me ha tratado así?, ¿por qué tengo una vida tan jodida?, ¿por qué acabo de perder a mi madre?, perdí lo que más amaba, lo que me daba fortalezas cuando todo parecía ir de la chingada… la vida es así, te da experiencias que te hacen fuerte; estoy llorando y no voy a parar hasta que lo saque todo, no me puedo reprimirme más, no me tragare más esta mierda emocional, aunque la sociedad crea que llorar es débiles, ya no me importa, me eh traicionado tantas veces cuando no hago lo que mi corazón desea, ya no… ya no puedo continuar así.
—Elena, tranquilízate. Mi madre dijo que, si moría que no la extrañaras, que eso no es amar; extrañar es una de las sensaciones más horribles, que solo te hace estar pensando en el pasado y no te permite disfrutar del presente… ¿me estas escuchando?
—Si… solo déjame sacarlo todo… deja que mi corazón me guíe.
Algunas veces no escuchamos nuestro corazón, por estar haciendo lo que nos dicen o lo que la sociedad cree que es correcto, sin embargo es ahí cuando nos traicionamos y somos infelices.
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