Aquella noche fue una de las ocasiones que tuve para encontrarla después de tanto rogar a Dios por ella, la esperaba hasta que apareciera por algún lado. Esa noche estuve en un cafetería. Al acabar de llegar de un larga viaje misionero estaba esperando a mi hermano que con quien me vería para ir a casa. Me despistaba observando a las personas pasar por la calle del semáforo, cuando apareció su mirada, de lejos con su sonrisa, un suéter y su hermoso vestido azul, su cabellera castaña le hacia lucir hermosa. Pero el tiempo atrapo y atropello la oportunidad de acercarme a ella, puesta que la he visto muchas veces en el parque jugar con un niño y predicar el evangelio. Salgo deprisa dejando el café en la mesa cuando un automóvil por poco me atropella. Voy apresurado corriendo sin parar y busco como un loco su mirada, ella desapareció en la multitud de las personas. Quería volver a ver su mirada, como aquella vez en la calle. Al bajar de un ambulancia o cuando predicaba con tanto denuedo la palabra de Dios. Le dije al Señor-: Esperaré porque se que ella es la correcta, aunque siento que no la conozco y no quiero equivocarme. Pero me tranquilizó porque en sus brazos la encontré y su mirada me llevaba hacia Él. Me dediqué al servicio de Dios, con pasión y amor, y el Señor se encargo de cruzar ambos caminos.
De allí la volví a encontrar. Después de esperar tanto por ella, los años que pasaron se hicieron largo y duraderos, pero sabia que en algún momento estaría al alado de esa chica sirviendo a Dios con mucha dedicación hasta el final de nuestras vidas como una sola carne. !Al fin la encontré¡- grite al cielo dando gracias, se encontraba predicando a un señora y yo a un anciano con su nieto. Terminarnos cruzamos miradas que se volvieron consecuente. Hasta ese día que toda las mañana tomamos café oramos para ir a predicar a Cristo quien es nuestro Señor y es nuestra pasión…
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