Mi Calle, mi último día.

Mi Calle, mi último día.

El sonido deambulante de la alarma que está a un costado de la supuesta mesita de noche, me hace un recorrido transversal por todo mi cerebro hasta llegar al principio de mi espina dorsal e inconscientemente abro mis ojos y miro hacia el techo. Todo está igual. Después de haber tenido un cambio de universo por un rato, decido que es hora de tomar un café, pero el vecino del lado contrario de mi habitación me arroja todo mi buen humor por la borda, «The Sun Always Shines On T.V.» de la banda noruega A-Ha comienza a reproducirse en medio de un gran estallido de tazas quebrándose por todo el lugar. «No voy a desayunar» me digo mentalmente.

Junto a mi gran abrigo de terciopelo color granate salgo por las calles de la gran Avenida Los Carreras a verificar si el mundo – o bueno una pequeña parte del mundo – sigue igual de loco como de costumbre y la verdad es que si, autos cruzándose por cualquier lugar, peleándose, los furgones de los policías patrullando y las miradas hechas fuego de las personas hacia estos. Simplemente veo de todo, pleno año 2020 y la gente sigue igual de ilusa como desde el inicio de los años.

«Mascarillas, mascarillas, lleve las mascarillas», se escucha por algún lugar de la avenida, gran variedad de gentío vendiendo para poder sostenerse y tener algo de comer o para poder alimentar a sus familias y es que debido a la gran pandemia que está invadiendo a los países, las empresas decidieron disminuir un gran flujo de trabajadores sin importar cual fuera su situación. La gente le echa la culpa al gobierno y tienen razón. «Prefieren llenarse los bolsillos ellos mismos que preocuparse por la gente» alcanzo oír a una señora mas o menos de edad acompañada creo que de su hija, gracias a ese comentario llego a la conclusión de que el gobierno es una cagarruta y siempre ha sido así, no por nada se formó la guerra civil el año pasado, cuando decidieron subir el pasaje del metro. Tremenda embarrada.

La gran iglesia de Quilpué, para cualquier turista es hermosa inclusive para mí, recuerdo que cuando fue el terremoto del año 2010 que golpeó toda la zona Sur con un tsunami, gran parte de ella estaba totalmente destruida, como si un dragón de esos que aparecen en los cuentos para niños se hubiese posado en ella. Uff que trabajo se tuvo que mandar el alcalde de ese tiempo. Gracias a Dios que me queda poco tiempo de vida, es un gran regalo por parte de él que me quede poco tiempo y en verdad lo aprecio. En mis tiempos, cuando yo era niño no podía hacer ningún tipo de berrinche como lo hace aquel niño de enfrente, su madre está muy ocupada con su teléfono. Si yo hubiese hecho algo así, mi mamá me hubiera atravesado la cara con tremenda bofetada. Si en mi opinión esto siguiera no habría tanto niño malcriado y desagradable.

Como dije anteriormente agradezco a Dios por dejarme tan poco aquí en la Tierra, sin tener que seguir viendo como la civilización humana se vuelve más loca al pasar los años, tan egoísta, tan egocéntrica. En el camino a casa – no me di cuenta que la hora pasó tan rápido – la mujer solterona que me saluda todos los días con una pizca de coqueteo, me observa mientras termina de fumar su cigarrillo y se envuelve con la bata rosa que lleva puesta y desaparece. La cámara fotográfica que me regaló mi primo cuando teníamos unos veintitantos sigue en el mural de arriba en tal posición que imagino que me está sonriendo, chequeo un par de fotos del álbum familiar y una pequeña lágrima nostálgica cae por mi ojo derecho. Me recuesto aún con el encima de mi pecho y cierro mis ojos para ya no volver abrirlos jamás, enterrándome profundamente en los recuerdos de mi niñez en donde la infancia y la alegría se basaba en jugar con amigos en la calle y hacer travesuras. – Que buenos tiempos -.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS