¡Oh, my gosh! exclamé cuando me enteré que, en Raboso, pueblito donde nací, la cigüeña había dejado una niña.
Y es que en ese pueblo que vivía de un ingenio azucarero, todos los varones terminamos yéndonos de “mojados”, pues la industria del “Sweetness” se vino abajo debido a la proliferación de los productos dietéticos “Sugar free”, como los llaman.
La calle que me vio crecer jugando bote pateado, avión pintado, canicas y “ponle la cola al burro”, había desaparecido (“What the hell”) cuando la modernidad nos alcanzó, y llegaron unas enormes máquinas a pavimentarla, mientras la industria azucarera se encontraba en pleno apogeo (Growing up).
El destino de nosotros los varones, nacidos en ese pequeño pueblo, estaba signado desde nuestra llegada: trabajar en el ingenio azucarero, única fuente de empleo de la zona. “Fucking world”.
Cuando esta empresa cerró (gone to bankruptcy), no nos quedó más remedio que pelarnos para acá; los Estados Unidos, mal llamado América, la tierra de las oportunidades.
Trabajamos doce horas diarias piscando algodón recibiendo unos cuantos “bucks” como pago, de los cuales guardamos un poco para mantenernos, y el resto lo enviamos via “Western Union” a nuestras familias. Del “Social Security”, ni hablar, así que no se nos está permitido enfermarnos.
Con lo que queda, nos compramos una lata de “Mexican beans”, unos jalapeños, tortillas y, los domingos, un six de Coors (no nos alcanza ni para una Corona), y nos echamos una cascarita en un campo que acondicionamos, a un lado del Rio Bravo, lejos del muro de Trump.
Inventamos un juego que llamamos ”waterfoot”. Jugamos, el equipo de “Los Mojados”, en este lado del rio, contra “Los Mexicas” en el lado sur. Dos chavales se posicionan, dentro del rio, para apurarse a recoger, antes de que la corriente se los lleve, aquellos balones que caen en él. Quien tire la pelota al agua, reemplaza a uno de estos chicos, dependiendo de qué lado caiga el balón.
Si nos sorprende la migra, “Son of a bitch”, cada quién es responsable de salvarse como pueda. Los que se encuentren en el agua, son lo que la tienen más difícil. “Shame on you”.
El equipo perdedor debe “dispararle” las chelas al otro. Si son ellos, ya tenemos nuestra dotación de Corona, y si nos toca invitar a nosotros, con que les enviemos unas Budweiser se dan por bien servidos. “¡Cheers!”
El rio Bravo se convirtió en nuestra “Favorite street”, donde podemos relajarnos después de una ardua semana laboral. Cuando llueve, esto no evitaba que juguemos nuestro acostumbrado partido, haciéndolo, incluso, más divertido (Singing in the rain”).
Ahora, con el famoso virus y la pandemia, nos tienen confinados en cuarentena. “¡What the fuck!”.
Mientras tanto, en Raboso, la llegada de otra hembra representa una boca más que alimentar, aunque algunas, cada vez son más, se lanzan en busca del “American Dream”.
Tenía tiempo que, debido a la pandemia y paro del US Post Service, no tenía noticias de mi pueblo “No news, good news”. Hoy me llegó un telegrama informándome que acaba de nacer la más pequeña y la única hembra de los hijos de Sinforosa y Pomposo.
Sus tres “carnales”, dado que en el pueblo no encontraron cómo ganarse la vida, emigraron “de mojados” a este vecino país del norte.
Su nacimiento cayó “como balde de agua fría” ya que después de veinte años, no esperaban otro hijo, y mucho menos una hembra. El problema es qué nombre le pondrán, pues temerosos de que migre, al igual que todos sus hermanos, le suceda como a ellos: Juan terminó siendo “el Yon”, Pedro, “el Piter”, y Roberto “el Bob”.
Previendo este asunto, decidieron llamarla, “Mery Guadalupe” (Thanks God).
Es costumbre del pueblo, bautizar a los recién nacidos con su santo patrón.
Ella nació el día de San Plutarco.
¡Congratulations!
OPINIONES Y COMENTARIOS