¿Qué tal el taller? le preguntó su mujer al llegar anoche (qué paciencia tiene con él y con sus cosas, cuánto le quiere). Es como un laberinto con todos nosotros en el centro. Nos ayudamos unos a otros para tratar de encontrar un camino que nunca hemos recorrido y que necesitamos recorrer. Y a todos nos encanta estar perdidos. Le hubiera gustado poder contestarle esto, pero no era suyo, era de J…, de su texto sobre «los talleres de literatura». Solo acertó a contestar: cada día más feliz.

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