Prueba a viajar a su infancia pero no fluyen del todo los recuerdos.
Quizá le inspire lo cotidiano para escribir algo positivo, piensa, y pide un café en aquella plaza vieja encantadora. Le nace una sonrisa, es capaz.
De repente, un estruendo, cerca, dentro del bar, algo que cae o explota. Y todo se derrumba para él.
Tengo que respirar, se dice, no pasa nada. Aquí todo está bien.
Y una hora después vomita letra a letra toda su tristeza, su miedo y su rabia tras el título «Siria».
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