Pueda decirles: la barca partió del puerto surcando la neblina, esquivaba tiros de fusil,cincuenta almas en un diminuto espacio saturado por alaridos de niños, rezos y el golpeteo de olas. Los rostros reflejaban desesperanza, algunos jóvenes, halos de ilusión, e interno en la distopía la utopía de un sueño. El sol descubrió el cuadro;encima del mar vagaba el maderamen destrozado de un navío, entre la arena costera pocos cuerpos respiraban. Llegando a ese instante, un niño me miró sonriente.
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