Aluciné cuando abrí la puerta.

Frente a mis ojos, un dragón, grande como un castillo… y un castillo, grande como un dragón, enmarcaban una justa a caballo.

Damas hermosas danzaban sobre una mesa mientras llovían flores.

Un fantasma reía recordando bromas pesadas, gastadas a personas inocentes, que le daban la espalda, enfadadas.

De pronto, reparé en los autores,y me di cuenta de que todo el mundo me miraba:

-Perdón, ¿es este el taller de escritura?

-Sí- contestó uno, y me ofreció un lápiz.

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