Estaba orgulloso de su relato sobre un escritor que vendía su alma al diablo para conseguir un premio literario y moría antes de disfrutarlo.
Esa tarde, al salir del taller, le comunicaron que había ganado el concurso. Se detuvo en mitad de la calle, exultante. Al cabo de un momento otro mensaje iluminó la pantalla del móvil: «Contrato aceptado. Modalidad de pago: Inmediato”.
Cuando levantó la vista, la furgoneta ya devoraba la acera hacia él.
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