Bullíamos apretados en aquella estancia oscura. Ansiábamos que alguien nos conociera; salir a la luz en una hoja escrita. En un momento aquella estancia se iluminó. Nos apaciguamos; surgimos como un torrente y llegamos al ansiado papel.
Ahora teníamos nombre: relatos. En la mesa donde reposábamos nuestra aventura de haber llegado a la existencia había otros compañeros. Nos dijeron como se llamaba el lugar en que nacimos: Taller de escritura.
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