Todos los profesores hemos tenido alumnos tímidos, pero sobresalientes.
Un joven asistió a mi taller de escritura. Sus relatos trataban sobre la muerte, el dolor y el olvido. Su estilo era diferente al de sus compañeros.
Al terminar el taller, se despidió con un abrazo y me dijo:
– Gracias por lo que me enseñó. Le escribiré desde el más allá.
– No diga tonterías – Le contesté-. Tiene un gran futuro en la literatura.
Días después supe que el chico se había suicidado de la peor forma posible.
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