Se desgastó en ese poblado. Quiso ser religiosa y docente. Se adaptó como una flor a la árida roca. Enseñaba a los niños a bucear dentro de sus capacidades y extrayendo lo mejor.
Junto a la orilla del lago unos niños jugaban. Observó a uno lejos de la algarabía, que en el lodo, trataba de escribir, borrando ante su incapacidad. Hoy el niño vive en Londres, apreciándose su fotografía en los escaparates de librerías y en algún que otro hall de hotel, presentándo sus afamados best sellers.
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