Estoy bloqueada, algo que nunca pensé llegar a sentir. He llegado al taller con soberbia, no es otra la palabra. Creía que por haber leído «miles» de libros, sería la mejor del grupo.
El tutor del taller se dirige a nosotros; escritores anhelantes, con los lápices ya dispuestos para plasmar en los folios, las letras que nos llevarían a un proceso narrativo.
Asignado el ejercicio, mi mente se rebela. Solo era capaz de garabatear extraños símbolos en la hoja de papel. ¿Dónde está la escritora?
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