Sabía que quería sentirse viva de nuevo.

Hacía tiempo que su vida solo era una sucesión de tareas interminables que no le llenaban ni le hacían sentirse feliz.

Pretendía dar un nuevo sentido a su existencia y conocía que la palabra podía ser terapéutica.

Por eso recurrió a ella, a su amiga de siempre, la escritura.

Ahora solo necesita que alguien le enseñe a mostrar y a

sacar de su mente e imaginación todo lo que lleva dentro.

¿Y quién mejor que un taller de escritura?

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