– ¡Aquí no se viene a hacer política, se viene a escribir! -vomitó intransigencia disfrazada de democracia-.

Todos se quedaron callados, como muertos. En cuanto el silencio cobró vida continué con mi relato.

– ¿Qué te hizo a ti el presidente del gobierno?.

La mordaza de la censura me miró desafiante, pero mi personaje se armó de lo único de lo que disponía, las palabras; y voló con alas de libertad hacia la locura de los desheredados. Y abrazó su locura. Y las palabras hablaron… sin cadenas.

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