Un lugar para mí

Deambulo por cielos de un asfalto gris, contorneando su cintura por los cables aéreos, tierra de nidos y camino de pájaros sin otro modo, que este tan árido, seco.

Muy distinto es el color siena de caminos de tierra, colgando los nidos en los frondosos bosques. Universos distintos para pasajeros de un tren sin regreso.

A veces soy linyera perdida en el ruido de la gente, mendigando la caricia muda de la empatía sencilla. Olvidada por el paso ligero, tener los bolsillos vacíos de poemas.

Otras, paseo como reina entre los reyes que creemos en la mirada, eterna compañía de lo que somos, tendemos nuestras manos como ramas a un árbol seco, floreciendo primaveras, un capullo en cada dedo.

Poblados y despoblados… Según dónde y con quién caminamos… Un globo pequeño o un aerostático lleno de sueños.

El mundo es lo que somos y vemos…un horizonte tan infinito como lejano. A veces tan cerca y tan lejos de alcanzarlo.

Dibujarlo para que veas, es impactarte con mis yemas, lo que soy capaz de darte. Una mancha es tantas veces más cierta que un complicado bosquejo, depende de ti, de mí, de la ciudad que somos en tan pequeño cuerpo de huesos y tinta en la piel.

Ríos de sangre bañan mil soledades, algunas tan ricas en sus aguas que florecen peces de colores; otras en el desierto casi llorando, suspiro de sed en la garganta de arena.

Somos el viento, que nos lleva y nos trae, desde el nacimiento hasta la muerte… Un sin fin de guerras abandonadas para sobrevivir.

Salí de casa, me fui…Un rancho pequeño… Un lugar para mí.

pintura de la misma autora, Irene Dutari font