Son muchas las historias de la tierra del Mayab, algunas son falacias, algunas son verdad, sin embargo la tierra del faisán y del venado guarda en sus entrañas mitos, leyendas y algún triste desencanto, como el que vengo a contarles para que sepan lo que aquí ha pasado.
Existe un lugar perdido muy cerca de la ciudad de Mérida, Yucatán, se llama Misnebalam. Su nombre aun permanece en los registros de la localidad, porque en un pasado lejano fue una comunidad ampliamente conocida por su única actividad comercial, la explotación del «oro verde», como se dió en llamar al henequén, cultivo propio de la región que enriqueció grandemente a los dueños o hacendados. Aquí sólo había un patrón, sin embargo al morir sus hijos no desearon continuar con la empresa familiar. Ya sin la dirección del ilustre propietario, su descendencia optó por abandonar la hacienda, dejando en desamparo a los jornaleros, la tierra y las máquinas que requerían de su cuidado. Sin trabajo y sin ingresos eran pocas las posibilidades de subsistencia, así es que poco a poco los habitantes del pueblo fueron emigrando. La exigua población de 21 habitantes no abandonaría totalmente el lugar sino hasta el ocaso del Siglo XX, cuando el desasosiego y la necesidad vencieron cualquier esperanza de mantener en pie el lugar.
Y fue entonces cuando el espíritu del jaguar volvió a reinar. En estas tierras profanadas por los caciques por fin regresó la paz y también la soledad. Nadie asoma la mirada, nadie ve su caminar, sólo la noche callada resguarda el sortilegio de una pequeña alma mancillada que ofrendó su corta vida en un árbol de la entrada, para que todos vieran el escarnio de su carne que no pudo ser salvada. Un pequeño que aun llora es el único que habita, es un ánima quebrada, falto de amor y caricias, que jamás fue consolada. Y cuando todos se fueron se quedaron los recuerdos, se perdieron las pisadas, las casas abandonadas no lograron mantenerse y hoy yacen derrumbadas cual camposanto perenne. Pocos lo visitan, sólo aquéllos que no tienen temor o sienten mucha curiosidad de conocer la verdad, y son éstos los que dicen que el pequeño se aparece cada vez que alguien llega a saludar.
Actualmente apenas es posible ubicar en el mapa la excomisaría de Misnebalam, ya que no hay letreros, por lo que deberás preguntar y preguntar por el lugar, cuando vayas de Mérida a Progreso, Yucatán; y muy pocos pobladores cercanos a la gran ciudad sabrán decirte como llegar por el único camino que permite accesar a las ruinas de este pueblo extinto ya.
Y cuando llegues al paso mi querido visitante, es preciso detenerte, justo antes del ocaso, si eres prudente, porque al caer la noche se oyen fuerte las pisadas y la brisa sopla inerme, y se te hiela la espalda cuando ves la sombra tenue merodeando por las casas de este pequeño pueblo fantasma.
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