RESISTENCIA AL CAMBIO

RESISTENCIA AL CAMBIO

NORMA FLORES

27/09/2018

Tapebicuá 1970

Historia verídica

Todo era muy hermoso, árboles verdes que rodeaban los ranchos humildes.

No más de 200 habitantes en aquel entonces, y aunque sin luz eléctrica y sin agua potable, todos nos sentíamos felices, yo tenía un año de edad cuando mi madre decidió acomodarse con un amor que encontró en otros parajes.

El hombre de mi madre armó su rancho; todo era hermoso en el principio, pero con el transcurrir del tiempo no había avances y todo se volvió triste y nublado.

El trabajo no existía ya que en el pueblo vivían personas con sus propios cultivos, su huerta, sus vacas, y hacían su propio trabajo. Los pocos con trabajo, eran el jefe de estación que cuidaba las vías del tren que pasaba una vez al mes; Luego le seguía don Sebastián… el carnicero, él mataba las vacas y vendía la carne. Después le seguía don Matías con el único bar, donde servía un par de copas a los estancieros cuando venían al pueblo. Luego le seguía don Méndez con un almacén que surtía al pueblo y quienes compraban eran porque tenían trabajo a 70 kilómetros de allí en la ciudad de Paso de los Libres, o en alguna estancia cercana. Después había dos policías que dependían de la ciudad ya nombrada, porque Tapebicuá es municipio de esa ciudad.

Mi padrastro no tenía trabajo y no se preocupaba mucho ya que yo me las arreglaba para traer algo para comer y lo hacía pidiendo a los que tenían carne, verduras y pan duro para dar, o de todas maneras ya sabía robar. Mi madre ya nos había abandonado a todos. La escuela nos ayudaba con una ollita de comida que sobraba al mediodía.

Había personas que vivían cómodas y no necesitaban cambios. Pero había gente pobre igual que mi familia, pero se resisten al cambio y vivían el día a día, con lo justo, hasta que se murieron allí «POBRES Y MISERABLES».

Yo en el fondo de mi alma soñaba con irme lejos, muy lejos. Me hartaba la pobreza, y en mi casa era un infierno de familia. Todo era asfixiante y doliente, así que tomé mis pocos trapos y me fuí muy lejos de allí buscando un horizonte nuevo, aunque mi camino era incierto, solo tenía diez años cuando me escapé.

Pasaron 27 años y volví a ver cómo estaba el pueblo, y me asombré, de verdad me asombré.

La escuela era la misma, el almacén estaba más deteriorado, la carnicería ya no existía, el anciano Matías seguía con el bar, pero casi hecho cenizas.

Los que que se quedaron allí no hicieron nada por cambiar el lugar y avanzar, y los demás que se fueron no quisieron volver jamás.

A… 2018 Tapebicuá está peor de cuando llegué por primera vez en 1970.

Tengo la firme certeza, de que la gente se va de un lugar, porque los que viven allí se resisten al cambio. Fin

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