Amantis.
ABIERTO, rezaba el cartel. Con su labia de cazador suplía la falta de talento con las mujeres. Olfateaba a sus presas como un pointer bien adiestrado, y cuando lo hacía, no las dejaba escapar. Ellas no se fijaban en él más que lo imprescindible para no pisarle. A sus cincuenta kilos se le añadía un...