El recuerdo estaba constante presente en su mente, aunque de eso habían pasado ya 24 años. De la mañana en que ocurrió el suceso que marco el resto de su vida.Una vida llena de tristezas, malas decisiones y miseria emocional.

Una mañana de un 9 de agosto el pequeño Ikel iba rumbo a un lugar que su padre le había prometido con gigante emoción que le encantaría, aquel niño de solo 9 años lleva la alegría insertada en todas las venas de su cuerpo y la curiosidad por conocer el lugar que tanto le habían ofrecido. El niño que sentía tanta admiración a su progenitor, sentado en el asiento del copiloto del vehículo en el que se dirigían, veía a través de la ventana abierta y recostando su inmaduro y frágil mentón sobre el pequeño pedazo de vidrio que lo separaba del marco de la puertezuela y el viento que generaba la moderada velocidad le rompía en la cara. En los ojos de Ikel se reflejaba el azul intenso del mar alumbrado por ese sol incandescente del verano, escuchaba las llantas girar por el asfalto de aquel hermoso malecón, acompañado de muy pocos vehículos a su alrededor, y la música un tanto anticuada para aquel muchachito. Pero todos aquellos sonidos fueron opacados por un repentino chillido de llantas al generar la fricción necesaria para detener el vehículo y sumado a esto el sonido inconfundible de los motores asiáticos de motocicletas de dos tiempos que los interceptan y los hacen detener su rumbo, a partir de ese momento todo empieza a ocurrir en cámara lenta. El pequeño no entiende en su totalidad que está ocurriendo, una sensación totalmente nueva para él, la adrenalina recorriendo todo su torrente sanguíneo, sus músculos se tensan y se dilatan sus pupilas, su padre pone su gigante mano sobre su pequeño e infantil cráneo empujándolo hacia abajo llegando casi a tocar el asiento con su frente. El ve de reojo girando levemente su cabeza hacia su izquierda enfocando la ventanilla del piloto y ve que se acerca a escasos 5 pasos un hombre con un casco blanco sucio, con su mano izquierda levantando levemente su camisa y con la derecha buscando un objeto negro metido entre su cintura y el pantalón.Por el lado de enfrente en la esquina delantera izquierda del carro, otro hombre, este sin casco solamente con el gorro sobre la cabeza de una sudadera gris sentado sobre su vieja y destartalada motocicleta girando repetidamente la cabeza hacia todas direcciones. El pequeño Ikel escucha con toda claridad las palabras un poco enmudecidas por el casco del sicario – Ya no sos necesario en este mundo de mierda, y patojo esto no es nada personal con vos-dirigiendo la mirada hacia el infante.Se escuchó un impacto ensordecedor seguido por otro y por otro.-Vamonos cerote!!!!!-grito el que esperaba sentado en ese ciclomotor, al asesino intercambio una mirada profunda con el niño, antes de correr y subirse a la moticicleta que lo esperaba para huir de la escena.

Un olor a pólvora mezclado con sangre y gritos sordos se escuchan. –Hijo vas a tener que descubrirlo por ti solo-fueron las últimas palabras de aquel hombre despidiéndose de la vida. Ikel que empezaba a entender lo que estaba sucediendo.Mucha gente empezó a aglomerarse alrededor de aquel carro que pasaría a ser parte de investigaciones infructuosas, sirenas a la lejanía, gente corriendo y gritando.

-¿Niño estas bien?, ¿te duele algo? ¿Estas herido?-preguntas que oía de los curiosos que se acercaban, incapaz de reaccionar el menor, lo único que logra es aferrarse con todas sus fuerzas al cuerpo ya sin vida de su padre.

II

  • Levántate haragán, aquí no se viene a huevonear, se viene a trabajar y si no hay nada que hacer pues buscas que hacer- Seguido por un punta pie que derramo el bote que contenía aquel trapeador con agua sucia que acaba de limpiar los pasillos dela vieja y tétrica morgue. Fueron las palabras que devolvieron a la realidad a un hombre de complexión gruesa que descansaba sobre una vieja y oxidada silla. Al incorporarse diviso por el centro del pasillo caminando de espaldas al amargado supervisor de turno quien acaba de tumbar su bote de trabajo.Volteo sobre su flanco derecho, guiado por el tic-tac tic-tac de un antiguo reloj de agujasque marcaba las 2:25 am. Soltó un suspiro flexiono su espalda y doblo sus rodillas para recoger lo que yacía como un completo desastre en el suelo. -¿Qué pasa muchacho? ¿acaso no te cansas de limpiar y limpiar? A tu edad y con ese físico podrías estar en un mejor trabajo. – Fue la afirmación de aquel hombre a quien Ikel veía con respeto y admiración y consideraba un buen amigo y de los muy pero muy pocos que tenía.–Suena fácil, pero por más que intento e intento no consigo que nadie me tome enserio.A veces pienso que tengo algún tipo de maldición – y soltó una pequeña carcajada, aunque en el fondo él pensaba que era cierto.–A veces solo hace falta un poco más de esfuerzo muchacho! y buscar en el lugar adecuado – dijo el médico forense –En media hora tengo programada una autopsia si estas libre, me gustaría que me acompañes.–ahí estaré- contesto Ikel.-

Eran las 2:40am cuando el joven hombre volteo a ver el reloj de pared cuando había terminado de limpiar el desastre que su jefe le había ocasionado.Completado el trabajo cogió con su mano derecha el balde con agua sucia del cual colgaban dos trapos sucios provenientes de los estrechos, viejos y mal mantenidos pasillos y en la izquierda llevaba un palo de trapeador. Guardo todo en una pequeña y obscura bodega se quitó sus guantes de trabajo colocándoles en un estante acomodo en una esquina el palo de trapeador, vertió el agua sucia sobre el tragante del lavadero y extendió los dos trapos sucios sobre el mismo lavadero, cogió un poco de jabón lavo sus manos por la ausencia de un utensilio limpio para secarlas las sacudió sobre su pantalón, dio media vuelta en dirección para salir de aquel pequeño lugar. Cerró la puerta girando al mismo tiempo la perilla con fuerza. Por ser una puerta vieja tenía cierta maña para poder cerrarse, acto seguido saco de su pantalón un aro lo bastante grande para meter un puño de un hombre, de ese mismo colgaban aros más pequeños los cuales cargaban llaves. Sin mayor titubeo Ikel agarro la primera la inserto en la chapay la giro levemente para asegurarse que estaba cerrada por completo.

La autopsia.

Luces tenues blancas, sonidos mudos,olores característicos, paredes que en algún momento del tiempo fueron pintadas, aunque cualquiera que las viera podría dudar si alguna vez se realizó un trabajo.De ese lugar que no a una mayoría de gente le gustaría pasar sus jornadas laborales y menos largas jornadas por la noche. En este sitio parecía que nadie se había preocupado por la satisfacción del trabajador, y por lo que se percibía en aquellos momentos nadie tampoco lo haría.

Ikel ingreso en una habitación ya de características familiares para él, aunque no dejaba de sentir ese cambio de temperatura al ingresar y esa energía extraña dentro de él. En el centro dos especies de camillas construidas de cemento pero adornadas con un azulejo blanco característico en muchos baños, aproximadamente de unos 120 cm de alto, una de ellas vacía y en la otra yacía un cuerpo desnudo en su totalidad con cierta tonalidad grisácea, a simple vista se podía distinguir que en vida fue una mujer llamativa. Con forme fue acercando sus pasos podía empezar a distinguir unas marcas indudables de dedos sobre el cuello de la que ahora le parecía una bella dama.– Es una pena, que alguien tan joven muera de esa manera- Escucho y voltea sobre su izquierda. Parado estaba aquel medico vestido de pies a cabeza con su particular traje verde, mascarilla azul que le tapaba unas ¾ partes de su cara y que solo dejaba ver sus ojos, muy diferentes a los que ikel había visto hace menos de 30 minutos. Para proteger su traje llevaba un delantal que en un principio pudo haber sido blanco y del cual ciertas manchas de sangre nunca se quitarían. Parado ahí con su mano derecha afilando su herramienta de trabajo y con la izquierda sosteniendo el afilador, más parecido a un auténtico carnicero que a un médico de profesión. Ikel no pudo disimular su impotencia hacia aquel hombre de unos 10 años mayor a él. Pensando que si decidía asesinarlo no tendría mayor posibilidad de defenderse ya que el seguramente sabría con toda exactitud en donde y como acertar puñaladas para acabar con su vida en menos de 10 segundos. Debido a su experiencia con tantos crímenes –Tranquilo muchacho, no voy hacer nada yo solo abro muertos- declaro como si acabara de leer los pensamientos de Ikel.El forense acercándose al cuerpo, sus ojos parecían arder en fuego, sus hombros relajados mostrando total confianza en lo que estaba por empezar. El hombre coloco su mano derecha bajo el hombro de la fallecida dama y su mano izquierda a la altura de la cadera en línea al mismo hombro, con no mucho esfuerzo volteo el cuerpo dejándole decúbito Prono, examino el cuerpo haciendo varias anotaciones en su libreta y palpando diferentes partes del cuerpo-sin más que ver afirmo- volvió a girar el cuerpo como si este fuera una tablón de madera, dejándolo en decúbito supino y como todo un experto hundió su afilado instrumento en la tráquea del cadáver y cual arquitecto esbozando líneas trazo la suya en forma vertical por todo el cuerpo hasta casi alcanzar la zona púbica, muy poca sangre salió.

Con mucha facilidad y sin el menor reparo en lo que estaba haciendo introdujo sus manos cubiertas por guantes blancos de látex en la incisión producida al cadáver empezando por el área abdominal baja sacando órganos y nombrándolos por sus nombres médicos y así fue subiendo hasta llegar a la altura del esternón saco sus manos ahora ya ensangrentadas, giro sobre su mismo eje y cogió una herramienta aún más grande que la primera. La inserto en el costado derecho de la mujer justo debajo de su seno y agitaba con fuerza al mismo tiempo su mano secundaria acompañaba a aquel gigante cuchillo despegando la piel del musculo dejando ver tonalidades de colores muy rara vez visto en algún otro sitio, empujando y arrugando la piel de la víctima de algún todavía desconocido homicida. Con esa misma cierra corto una tras otra las 12 costillas de un lado y las 12 del otro y la clavícula y con un fácil traqueteo quito lo que para un niño con gran imaginación podría parecer un escudo de algún guerrero primitivo. – Te invite a estar aquí, porque es un lugar donde yo puedo aclarar mis ideas y pensar con más profundidad- dijo el médico continuando con su mecanizado trabajo y sin quitar la vista de lo que estaba haciendo. –Déjame decirte una cosa muy cierta, cualquier trabajo es digno y pues no quiero menospreciar el tuyo, te he visto. Sos un hombre responsable, puntual, honesto, respetuoso, trabajador. A mi punto de vista solo estas desperdiciando tu tiempo, tu juventud y algún talento que podrías desarrollar en otro lugar- -si pero – lo interrumpió el ya no tan joven conserje de la morgue– por favor déjame terminar- continuo el licenciado en medicina. – Pues como te digo yo no soy tu mejor ejemplo pero hay mucho allá afuera. Yo encuentro pasión en lo que hago, determinar las causas de muertes yo encuentro paz, relajación, concentración aquí en este momento y en este lugar, te puede parecer tétrico pero es lo que a mí me gusta, y le puedo sumar que los años que llevo en este sector de la sociedad me han servido para comprender mejor la vida y por supuesto la muerte.Sé que la vida es tan frágil como un cristal que se puede romper en cualquier momento y por yo entender tan bien como lo entiendo trato de hacer que cada día sea mejor para mí y para los que están a mi alrededor yo sé que con una caída y en el lugar correcto del cráneo se puede sufrir una contusión grave y dejar de existir y no por eso ando por la calle con un casco de guerra. Eso se lo dejo al destino yo me preocupo por vivir bien de una manera plena sin buscar culpables e inventar escusas. Sé que algunos la tenemos más difícil que otros pero no es imposible. – El casi sermón se extendió unos cuantos minutos más al igual que la autopsia pero en el interior de Ikel había tocado ese sentimiento de inconformidad con lo que vivía día a día. Terminando el proceso solo quedaba efectuar las suturaciones necesarias en el cuerpo. A ninguno de los dos parecía importarle tanto la pena que podrían estar sufriendo los familiares de la difunta pues no fue un tema que se abordó en el proceso. Hasta que Ikel hizo la pregunta -¿Y quién era esta muchacha y por qué la han matado? – Pues eso lo tendrán que resolver los fiscales responsables, mi trabajo no va más allá de entregar el reporte con las causas de la muerte, los motivos y los culpables se lo dejo a la justicia. Lo único que sé es que era de nacionalidad extranjera, y no por sus rasgos físicos; entre una de las bolsas del jeans que vestía traía consigo su documento de identificación, datos que ya no te corresponden saber muchacho.-

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