SINOPSIS DE LA NOVELA: EL SECRETO. POR CAPITULOS
Capítulo 1. Se inicia el día en que los jóvenes marineros han de partir para el frente a inicios de la guerra civil española en el verano de 1.936. Miriam, una joven que hace escasamente una semana llegó de Buenos Aires a Barcelona, espera y despide en la cafetería del hostal donde se aloja, cercana al puerto, a un joven, llamado David, que conoció a su llegada, el cual se ha enamorado locamente de ella, y a la que pide lo espere para casarse con él, al final de la guerra. Ella accede. El capítulo se centra en los sentimientos de la joven, y termina esperando la visita del padre del joven que acaba de marcharse en ese barco militar.
Capítulo 2.
Cubre el intervalo entre el final del capítulo 1 y el inicio del capítulo 3. Mientras ella espera la llegada del padre de David, que quiere conocerla, revive en su recuerdo la semana compartida con el joven, desde el momento en que se conocieron hasta la despedida para volver él al barco, justo a punto de zarpar.
Capítulo 3.
Se inicia con la llegada de Carlos, el padre de David. Las conversaciones de ambos y los recuerdos de la chica. En este capítulo se descubre que Carlos, fue el hombre del que ella se enamoró en su juventud, que se quedó embarazada de él y que, por consiguiente David es su hijo. Aquí lo descubre el lector; ella lo descubrió al abrir la billetera de David la noche antes de su partida y encontrar en ella el documento del joven con el apellido del padre. Miriam recuerda que el padre de Carlos no les permitió casarse, y que él, tímido y obediente como era se sometió a la voluntad del padre. Finalmente como llegaron al acuerdo de que el padre del niño lo adoptase. De eso hacía 22 años. Ella no le revela a Carlos su verdadera identidad. El le habla de su soledad, su esposa murió cuando el niño tenía 10 años, y todo su cariño está volcado en ese hijo que es la única razón de su existir.
Capítulo 4.
Miriam se despide de Carlos y éste se marcha sin conocer la verdadera identidad de la chica.
Ella recuerda entonces lo vivido en los 22 años que van desde que cedió el niño al padre hasta su
regreso a España, pasando por su vida en la Argentina. Tras su renuncia al niño, ella había dejado la casa del abuelo, y al ir a una agencia en busca de trabajo como sirvienta, coincidió con un señor argentino que había ido a esa misma agencia en busca de una chica de servicio. Simpatizaron y ella se fue a servir a su casa. El hombre era un cirujano plástico, viudo, veinte años mayor que Miriam, que se enamoró de ella y le propuso que se casara con él. Ella aceptó, se casaron y se fueron a vivir a la Argentina.
Cuando habían vivido 20 años allí, ella tuvo un accidente de coche que le destrozó la cara. El la operó y la dejó con una cara de mujer joven, que unido a su cuerpo esbelto y delgado hacía parecer que tuviera 20 años. Poco después murió el marido, y ella se las arregló para que le falsificasen los documentos haciéndola pasar por una hija del que fue su marido. Es con esa nueva identidad que viaja a España y llega a Barcelona, donde la encontramos al inicio del capítulo 1.
Capítulo 5 y último.
Es el desenlace de la novela, que puede tener diferentes finales posibles.
I. David muere en la guerra, Miriam confiesa a Carlos su verdadera identidad. Hay dos opciones:
a) Se siguen queriendo y ella se va con él.
b) El le pide que se vaya con él, pero ella le dice que ya no lo quiere y se vuelve a La Argentina.
II. David regresa vivo de la guerra y va en busca de Miriam. Hay dos opciones:
a) Ella le confiesa al padre su verdadera identidad y le pide que no se lo revele a David, que le diga que no lo ama y ha decidido volver a su país. Ella se va a la Argentina sin volver a ver a David.
b) Que a pesar de pedirle al padre que no le diga nada, éste le dice la verdad al hijo, y cuando ella está en el barco para marcharse a la Argentina, van el padre y el hijo a despedirla.
NOVELA: EL SECRETO
CAPITULO 1.
Los cálidos rayos de un sol estival comenzaban a vislumbrarse a través de los grandes ventanales situados a ambos lados de la puerta, a través de la cual iba entrando un número cada vez mayor de personas que, en pocos minutos, abarrotaron la sala. En algún rincón podía verse aun algún que otro marinero que acababa su consumición, presto a embarcarse para faenar, como cualquier otro día.
Sentada a una mesa, justo enfrente de la entrada, Miriam miraba ansiosa la puerta, esperando que en algún momento apareciese él; mientras que sus pensamientos volaban del pasado al futuro, a una velocidad vertiginosa. Sacudió fuertemente la cabeza como queriendo apartar de golpe tantas ideas contradictorias; pero ese gesto no consiguió llevar el orden a su mente, ni aportarle la calma tan anhelada por ella en ese momento.
Había velado sus ojos con unas gafas de sol, que sonaban innecesarias dentro de la cafetería, intentando ocultar el enrojecimiento de toda una noche de sollozos.Había velado sus ojos con unas gafas de sol, que sonaban innecesarias dentro de la cafetería, intentando ocultar el enrojecimiento de toda una noche de sollozos.
La voz del camarero la hizo volver bruscamente al presente:-Quiere tomar algo más? interrogó él, acercándole el café que había solicitado minutos antes. No, gracias-respondió la joven, intentando esbozar una sonrisa impedida por el llanto que se ahogaba en su garganta; el hombre se fue sin percibirlo y ella suspiró aliviada, para volver a sumergirse en sus pensamientos.
Aires belicosos flotaban en el ambiente, era el tema de conversación de todos en aquel café; mientras que en el puerto, los barcos de guerra allí anclados, se aprestaban a ultimar los preparativos para zarpar, con su cargamento de cientos de jóvenes que se dirigían a ese futuro incierto de morir o matar.
Pero Miriam parecía ajena a aquel drama multitudinario, concentrada en su problema, el solo, el único que en aquel momento parecía ser importante para ella. ¿Cuánto tiempo había transcurrido desde su primer encuentro con David? Días, meses, años? El calendario y el reloj se habían parado para ella, y era incapaz de medir el tiempo.
De pronto reaccionó y se dijo a sí misma: ¿Qué hago yo aquí ahora? Aun podría irme, escapar, desaparecer para siempre de su vida. ¿ Acaso no sería eso lo más sensato? Sus pensamientos quedaron atrapados a esa palabra, que le sonó vacía. ¿Sensato? ¿Había hecho ella algo sensato en toda su vida?
La idea de huir seguía martilleando en su cabeza, pero se dijo: ”Si me voy cuando él venga y no me encuentre sufrirá, ¿Cómo subirá a ese barco que lo lleva a un destino trágico pensando que lo he engañado? Eso le produciría un gran dolor…” Lo último que ella deseaba era hacerle sufrir. Decidió pues que huir no era la solución, pero ¿existía una?
En medio de su diálogo interior se abrió la puerta del local, y un grupo innumerable de muchachos jóvenes con el uniforme de marinero de la armada entró en la sala, buscando cada uno de ellos a la persona amada: padres, amigos, novia, mujer…
Y llegó él, corriendo, con aspecto preocupado, y con una voz apesadumbrada le anunció que habían cambiado los planes, nuevas órdenes de los superiores habían fijado en las 9 de la mañana la hora para zarpar; dentro de sólo media hora. Se acercó para besarla, Miriam retrocedió instintivamente. -¿Qué te ocurre? ¿Por qué no quieres besarme? -Interrogó el joven con voz angustiosa.
Ella no podía retener por mas tiempo el llanto que brotó a raudales. El joven intentó consolarla: -Sí, ya sé, habíamos hecho planes para hoy, íbamos a ir de paseo al parque, luego a comer…El llanto de ella iba en aumento, el joven calló por un momento y en tono grave le preguntó:–¿Querrás casarte conmigo cuando vuelva?-
Sin esperar su respuesta siguió hablando :-Ayer telegrafié a mi padre, él tenía previsto llegar esta tarde, no había podido tomar ningún avión en toda la semana y esperaba verme antes de mi marcha. Eso no será posible; pero le he hablado de ti, le he dicho que he encontrado a la mujer de mi vida, y viene para conocerte. Le he dado la dirección del hostal, llegará aquí sobre las 3 de la tarde. Pero no me has contestado: ¿Querrás casarte conmigo cuando vuelva? Y de nuevo sin esperar la respuesta de la joven la estrechó entre sus brazos. Ella no pudo negarse al abrazo, y los dos se fundieron en un llanto compartido.
La segunda llamada del buque había sonado, los jóvenes soldados salían a toda prisa, él tenía que salir también, so pena de perder el barco y ser encarcelado por ello. -David, tus documentos, te la dejaste anoche -le dijo ella sacando de su bolso una billetera marrón. Gracias-respondió él tomándola sin darle mayor importancia, y ya desde la puerta le preguntó: ¿Me esperarás? Había tanta tristeza en su voz, que ella no pudo hacer otra cosa que decir: -sí, te esperaré. Una amplia sonrisa iluminó el rostro del joven que salía corriendo hacia la victoria o la muerte.
En la cafetería se oía ahora un inmenso alboroto. Los diferentes acompañantes de los soldados hablaban entre ellos. Miriam no tenía con quien hablar, no conocía a nadie allí, donde estaba alojada desde hacía sólo una semana a su llegada del barco procedente de Buenos Aires; el mismo día en que había conocido a David.
Subió a su habitación; desde el amplio ventanal se divisaba el puerto y el barco que se alejaba lentamente. Las gaviotas revoloteaban sobre la espuma que iba dejando éste a su paso….. Siguió mirando el barco en la lejanía, hasta que lo perdió de vista. El muelle estaba vacío; por alguna razón, se había prohibido que nadie fuera a ese lugar a despedir a los marineros.
Junto a la ventana el pequeño mueble auxiliar le recordó que fue allí donde David había olvidado la noche anterior su billetera que, cual caja de Pandora, al abrirla ella, había roto su corazón en mil pedazos. Llorosa aún por el cúmulo de emociones vividas, un nuevo pensamiento la atemorizó: dentro de pocas horas el dueño del hostal o cualquier empleado la llamaría para decirle que un caballero la esperaba abajo: el padre de David.
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